El sábado 20 de julio de 2019 marca una fecha clave, una auténtica tragedia —y tremendamente dolorosa— para millones de practicantes de la práctica espiritual Falun Gong, 20 años después de que el régimen chino comenzara una cruel y violenta represión contra sus practicantes en China continental que incluyen torturas, asesinatos masivos e incluso extirpación de órganos para comercializarlos.
Esta semana se prevén actos en las principales ciudades del mundo reivindicando el fin de la persecución y la liberación de todos los prisioneros de conciencia en China, demanda que también solicitó el Parlamento Europeo en una resolución aprobada el pasado mes de abril.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una meditación y práctica de auto-mejoramiento que fue introducida por primera vez al público en China en 1992. Sus raíces se fundamentan en las tradiciones espirituales ancestrales del gigante asiático y sus practicantes se esfuerzan por vivir según los principios de verdad, benevolencia y tolerancia.
Para finales de los 90, las estadísticas facilitadas por la Comisión Nacional de Deportes de China sugerían que había cerca de 70 millones de practicantes de Falun Gong en este país, es decir, había más ciudadanos chinos practicando Falun Gong que militantes en el Partido Comunista Chino. Actualmente se practica en más de 80 países y territorios según su web oficial.